9 de junio de 2016

Media docena de pueblos de Lleida contratan a vigilantes privados compartidos ante la insuficiencia policial

No sustituyen a los agentes porque no pueden actuar en la vía pública, solo en los equipamientos municipales, pero sirven de disuasión,
Alguaire, uno de los casos más recientes,
Los somatenes de agricultores persisten cuatro años después, aunque son menos frecuentes,
Sin policía local o con escasos agentes y sin posibilidad de aumentar plantillas, algunos ayuntamientos de Lleida han apostado por evitar los robos a través de vigilantes privados, que pagan entre varios municipios y hacen rondas intermitentes. Pasan varias veces por los mismos lugares y recorren decenas de kilómetros, a veces de pueblo en pueblo. Alguaire es uno de los Ayuntamientos que acaba de estrenar el servicio. “Tenemos vigilancia por las noches y, además, un vigilante que tiene también un papel casi de agente cívico. No tenemos personal y en las antiguas escuelas coinciden el casal de jubilados, la biblioteca y el centro médico: la gente mayor quiere tranquilidad y los jóvenes, juerga”, afirma el alcalde Antoni Perea.
“Entre todos los ayuntamientos costean un servicio que uno solo no podría”, asegura Xavier Maza, uno de los socios de la empresa Grupo Seven, que ha aprovechado el cambio en la Ley de seguridad privada de hace dos años –que ahora permite las rondas intermitentes– para ofrecer vigilancia compartida entre empresas y municipios o particulares.
Los ayuntamientos de Torres de Segre y Alguaire acaban de contratar estos vigilantes itinerantes. Torrefarrera, Rosselló, Almacelles y Arbeca los tienen desde hace algún tiempo y Alcoletge y Vielha han recurrido al mismo servicio a temporadas. La capital aranesa, por ejemplo, los utiliza en la temporada de nieve.
El concejal de Seguridad de Torres de Segre, Joan Carles Miró, asegura que los vecinos están contentos con el nuevo servicio. “Contratamos este servicio para responder al aumento de robos y al incivismo”, asegura. Xavier Maza insiste en que este servicio no sustituye al trabajo de los policías, “únicamente lo complementa”.

En la calle no
No pueden actuar en la vía pública, solo en los equipamientos municipales. De encontrarse con alguna incidencia en la calle, avisan a la policía catalana. Los Mossos saben los puntos por los que pasan y los ayuntamientos también pueden saber el tiempo que han estado en sus pueblos. Un GPS en el coche sirve de chivato del recorrido. “A los Mossos y a la Policía Nacional –insiste Maza– les decimos los puntos concretos por los que vamos a pasar intermitentemente”.
Guarderías, centros de jubilados, la propia sede del ayuntamiento o depósitos de agua son algunos de sus puntos de vigilancia, que protegen de eventuales robos de cobre, material electrónico o vehículos. Hace unos meses sorprendieron in fraganti a un presunto ladrón cuando había puesto una escalera y estaba a punto de entrar a un piso por un balcón en Torrefarrera y a varias personas a punto de llevarse un camión de un parking.
El socio de Maza, Jorge Tirado, asegura que además de evitar robos, los vigilantes hacen que se ahorre energía porque algunos edificios se quedan con las luces encendidas o incluso algún grifo abierto. “En muchos pueblos, como los consistorios dejan salas a colectivos, se ha llegado a quedar abierto incluso el Ayuntamiento”, explica Tirado.

El precedente de los somatenes 
Los servicios de vigilancia itinerante llegan años después de la creación de somatenes en muchos pueblos en los que los agricultores se organizaban por turnos para vigilar los almacenes agrícolas y las instalaciones de regadío. En algunas poblaciones todavía resisten. En Alcarràs, el pueblo en el que medio centenar de payeses comenzó en enero de 2012 a patrullar por la noche los caminos rurales para hacer frente a una fuerte oleada de robos en granjas y masías, casi cuatro años después todavía hay agricultores que salen cada diez o doce días.
“Por whatsapp nos pasamos las matrículas que vemos sospechosas, hay grupos en algún pueblo más aunque ya no se llaman somatén; continuamos porque quienes quieren robar se sienten observados y es una manera de evitar robos”, aclara Manel Ezquerra, miembro del somatén de Alcarràs.