16 de octubre de 2016

Indemnización mínima para la vigilante del Camp Nou malherida en el pie por una bengala

El juez fija una compensación de 100.000 euros que deberán pagar solidariamente diez entidades, entre ellas, el Barça y la UEFA
Predominan las conductas de frustración e impotencia con muy bajo control de los impulsos, importantes altibajos emocionales, cambios de humor con irritabilidad, explosiones coléricas de rabia con autolesiones y destrucción de enseres domésticos (...) Embotamiento emocional secundario tanto a la emoción depresiva como a la toma continuada de medicación psicótropa y analgésica en dosis altas”.
El informe es de Pablo Hermoso, doctor en Psicología en Málaga. Lo firmó en marzo. Se refiere a Sofía Bessayah (35).
–Bessayah es una zombi andante. Parece que venga de Vietnam –dice José Carbonell, vicepresidente de MN.
Bessayah está enganchada a la morfina y los opiáceos: los consume desde el día de su accidente, en el 2010. Pierde la cabeza cuando habla. Se despierta por la noche, recordando aquel episodio: la bengala que le estalló bajo el pie. Se mueve con muletas, lleva un coche adaptado y se niega a mirarse en el espejo.
–No se aguanta ni a sí misma. Es posible que tenga que ingresar en un centro de desintoxicación. No es vida para alguien de 35 años –dice Carbonell.
MN es una asociación de vigilantes de seguridad privada. La misma que ahora asesora y defiende a Bessayah: la mujer no está en condiciones de comparecer ante la prensa ni de manifestarse ante la justicia.

En estos momentos se encuentra perdida en el espacio y en el tiempo.
El juez de lo social 29 de Barcelona ha fijado una indemnización de 100.000 euros para Bessayah. Deberán pagarla solidariamente diez entidades. Entre ellas, el Barça y la UEFA.

El resto son empresas de seguridad y aseguradoras.
“La indemnización procedente debe ser adecuada, proporcional y suficiente para alcanzar a reparar o compensar plenamente todos los daños y perjuicios”, reza la sentencia.
La defensa de Bessayah discrepa. “Es una cantidad excesivamente baja”, dice Pedro Nuevo, abogado de Bessayah, que pide 512.000 euros. “Y si añadimos los intereses, que están corriendo desde el año 2010, Bessayah debería ser resarcida con cerca de un millón de euros. Calculamos que no habrá una resolución definitiva hasta dentro de un año. Estamos convencidos de que la indemnización subirá de forma considerable”, añade.
El recurso ya ha llegado al Tribunal Superior de Justícia de Catalunya.

Sofía Bessayah se fue a Málaga hace seis años.
Vive en la sierra, a 20 kilómetros de la ciudad, con su pareja y dos hijos. Allí intenta resguardarse de la humedad. Se fue poco después de su accidente en el Camp Nou. Ocurrió el 28 de abril del 2010, durante un partido de Liga de Campeones. El diagnóstico médico habla de pie catastrófico.
Era el Barça-Inter. El partido penetraba en la prolongación. El árbitro anuló un gol de Bojan (hubiera llevado al Barça a la final) y empezaron a volar las bengalas.
Bessayah era vigilante de Seguridad Exprés SA. El jefe le había ordenado que se colocara al pie de una escalera. Debía procurar que los aficionados salieran en orden. La bengala llovió desde la zona de los italianos.

Bessayah la vio venir por el aire.
–Tuvo tiempo de apartar a la gente. Pero tuvo mala suerte y la pisó con el pie izquierdo –dice Carbonell.
La bengala le explotó bajo el pie. Agujereó la bota y parte de la planta. Otros dos vigilantes de seguridad también salieron heridos. Carlos Valdez perdió el 50% de la audición. Óscar Neira se fracturó varios dedos. Sus nombres aparecen en la sentencia. Ninguno intervino en el proceso judicial.
–Cada uno de ellos se conformó con una indemnización de 6.000 euros. Dijeron que no querían problemas –dice Carbonell.
Bessayah ya ha pasado once veces por el quirófano.Dentro de dos semanas ingresa de nuevo.
–En Francia había sido una gendarme reconocida. Hacía taekwondo, corría. Hoy, casi todos los días de su vida son malos.

Deficiencias en el sistema de vigilancia
Según el acta de la UEFA, aquella noche de abril del 2010 había 96.216 espectadores en el Camp Nou. El acta también concluyó que no hubo bengalas ni incidentes destacables. “Al final del partido se activaron los sistemas de riego para evitar que los jugadores italianos saludasen a su afición”, se limitó a señalar la UEFA.
El acta de los Mossos d’Esquadra es distinta. Desveló que había 120 tifosi radicales o violentos, y que el número de auxiliares de servicios era de 868.
La asociación MN incide en este dato. “¿Sabe qué es un auxiliar de servicio? –pregunta José Carbonell, su vicepresidente–. Es un controlador que revisa el carnet de socio, pero no los DNI. Pero no está formado como un guardia de seguridad. No sabe de primeros auxilios, ni cómo evacuar el estadio en caso de emergencia... Tampoco se le ha pedido el certificado de antecedentes penales. Puedes tener a un delincuente controlando los accesos. Y eso es una imprudencia: ¿no estamos en el nivel de alerta 4 por terrorismo...?”.
Según Carbonell, la contratación de auxiliares de servicio, en detrimento de los vigilantes de seguridad profesionales, responde a un criterio puramente económico: “Ocurre en todos los estadios. El vigilante cobra quince euros por cada hora. El auxiliar, seis o siete euros. Desde luego, los clubs se ahorran un dineral en todo esto. Aunque hay algo que no cuadra. Son capaces de invertir muchísimo dinero en un jugador, pero son incapaces de pagar por la seguridad de 96.000 espectadores. ¿No le parece absurdo?”.